Los laterales del Paseo de Coches amanecen este otoño plagados de madroños, ese arbusto con el que se identifica universalmente a Madrid.
Los osos ya desaparecieron de nuestros bosques, pero los frutos del madroño maduran justo en esta época y presentan ese color rojo tan peculiar que los hace tan apetecibles para los pájaros y tan queridos por todos.
El nombre científico de madroño es “Arbutus unedo”, construcción latina que se podría traducir como “arbusto del que sólo has de comer uno”, dado que esta fruta fermenta y, ya nos avisaban los romanos, no hay que abusar… De hecho, los pájaros más golosos terminan volando en zigzag, mareados por los efectos del alcohol.
Con el fruto del madroño se produce el licor de madroño, una bebida también muy madrileña que, según algunos historiadores, tomaba a diario el rey Felipe IV como digestivo. Al rey planeta debemos la construcción del Palacio y los Jardines del Buen Retiro, en 1633, así que no es descabellado pensar que cultivaran madroños aquí mismo, hace casi 400 años, para deleite del penúltimo monarca de los Habsburgo.
Foto: Ignacio Bazarra